Con la bendición de nuestros padres, tenemos el gusto de invitarlos a nuestra boda.
El amor que ha crecido en nosotros desde la primera vez que nos conocimos, nos ha llevado hoy a buscar en Dios la gracia para formar una familia y un hogar santo. Por esta razón, hemos decidido casarnos y compartir con las personas más especiales para nosotros, esta gran felicidad.